Michoacán ha sido históricamente una entidad expulsora de población, un territorio que produce migrantes, particularmente hacia Estados Unidos. Todavía está pendiente la elaboración de la historia de la migración michoacana, mostrando a la tragedia y la esperanza de millones de michoacanos que, como refugiados de la violencia revolucionaria, se marcharon hacia el país vecino; luego los que se fueron al amparo del Programa Bracero, y finalmente, las generaciones de migrantes producto de la pobreza y la falta de oportunidades en su propia tierra… y el proceso continúa. En busca del sueño americano. (Foto: Ángel Ramírez Ortuño) No se dispone de cifras exactas de los que se van, con visa o sin documentos, pero es perceptible que la cifra estimada en 40 mil michoacanos que anualmente deciden marcharse ha mostrado tendencias a su crecimiento no sólo por razones económicas, sino también por razones de violencia e inseguridad. El conjunto de los desplazamientos de michoacanos merece un diagnostico detallado que permita la planeación de acciones y de políticas públicas orientadas a proteger a los michoacanos migrantes en las distintas etapas del proceso migratorio. La política migratoria norteamericana ha sido una variable dependiente del comportamiento económico de Estados Unidos. Cuando su economía crece, la demanda de fuerza de trabajo migrante, legal o ilegal, también aumenta, y tanto los cruces fronterizos como las deportaciones se vuelven flexibles y hasta de la vista gorda de la Policía fronteriza y en los lugares de trabajo. La situación cambia cuando la economía norteamericana pierde dinamismo y entra en recesión. Entonces, los trabajadores migrantes sobran en lugar de necesitarse. Es esta la situación que ha provocado el reforzamiento de la frontera con cercas y modernos equipos de vigilancia, incluyendo la utilización de aviones tripulados y no tripulados. Las detenciones en los cruces fronterizos son ahora muchas más, lo mismo que los fallecimientos por las dificultades propias de las rutas y aún por los asesinatos. Simultáneamente, las persecuciones de indocumentados o “ilegales”, como les llaman, y sus consecuentes deportaciones o repatriación, han crecido de manera exponencial, sin importar la separación de los hijos nacidos en ese país, como hechos claramente violatorios de sus derechos humanos básicos. Para Michoacán resulta evidente que ahora debe atender el fenómeno migratorio que, visto como problema, incluye las causas de origen y la consecuencia de la repatriación creciente. Hace algunos días, el diputado por Coalcomán en el Congreso local llamó la atención gubernamental respecto a que según datos del Instituto Nacional de Migración, Michoacán ocupa el primer lugar nacional en cuanto deportaciones y repatriaciones, con una cifra de diez mil 374 michoacanos en lo que va de 2016, en tanto que en 2015 la cifra alcanzó las 18 mil personas. El legislador destacó la urgencia de que los tres niveles de gobierno establezcan una adecuada coordinación para los fines de realizar acciones de acompañamiento en el proceso de reintegración a la sociedad de los paisanos que regresan, para su reincorporación al mercado laboral y a las actividades productivas. En este contexto, convendría saber lo que ha pasado con los michoacanos que regresan, de sus dificultades y de sus expectativas, como experiencia que, en efecto, podrían surgir el tipo de programas de apoyo que facilitaran las oportunidades de ocupación, ingreso y satisfacción de compartir los valores con su propia gente. La visión y el compromiso de los tres niveles de gobierno es ineludible. La transversalidad de las acciones institucionales es esencial, de los consulados de la Secretaría de Relaciones Exteriores, del Instituto Nacional de Migración es el área de la Secretaría de Gobernación, de las Secretarías de Economía, de la Sagarpa, de las instituciones crediticias y del gobierno del estado y los ayuntamientos, son instancias que de manera coordinada pueda ofrecer opciones de ocupación para los que regresan, fortaleciéndoles el ánimo de producir riqueza en sus propia tierra. Incuestionablemente, la migración habrá que abordar considerando no sólo la salida, sino también el regreso. Estos migrantes de retorno, con sus nuevas experiencias y visiones, son potencialmente atractivos para las actividades ilícitas. ¿Por qué tendría que recurrir así?
Fuente: Cambio de Michoacán http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc12892