La emergencia climática es una realidad fruto del modelo de desarrollo insostenible de las naciones enriquecidas del Norte global. Se trata de un fenómeno intrínsecamente injusto en sus causas y consecuencias pues los Estados enriquecidos del Norte global son los responsables históricos de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que las regiones del Sur global son las que están sufriendo sus peores consecuencias. Los impactos del cambio climático, tanto de desarrollo lento (elevación del nivel de mar) como los repentinos (huracanes), hacen que muchas de las personas que habitan en los ambientes más vulnerables, por lo general localizados en el Sur global, tengan que migrar.
Las migraciones climáticas «comprenden el traslado de una persona o grupos de personas que, predominantemente por cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático, están obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual, u optan por hacerlo, ya sea de forma temporal o permanente, dentro de un Estado o cruzando una frontera internacional » (OIM, 2019).
Son un fenómeno complejo y heterogéneo, que abarca situaciones tan diferentes como las de las comunidades que, ante una fuerte sequía, ven sus cultivos peligrar y envían a un miembro de la familia a trabajar a un pueblo cercano para aumentar sus ingresos económicos, como las de los habitantes de los pequeños Estados insulares de escasa elevación, que presencian el avance del mar en sus territorios y sus consecuencias.
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